lunes, 31 de octubre de 2016

Lunes 31 de Octubre

¡Feliz Halloween!

En mi país no se festeja.

 No tenemos tiempo para recordar a los muertos, los asuntos de la vida ya nos atormentan demasiado. Son nuestros fantasmas. El presente es nuestra perdición. Una manada de zombies siguiendo con nuestra monotonía todo el tiempo. No hace falta dormir para encontrarnos con nuestra pesadilla, sólo debemos vernos en el espejo.

Se dice que cuando una persona muere, se deben tapar los espejos para que su alma descanse y no se quede atrapada en el objeto.

Pero nosotros ya estamos muertos.  Y las cataratas producidas por la poca sangre de nuestros cuerpos sin vida nos deja ciegos de ver las cosas bellas que nos rodean. ¿Será que algún día volveremos a ser humanos nuevamente?

Debería dejarme de ser tan pesimista.

Así que, déjenme decirles como es mi disfraz.

Primero está mi seudónimo. Lolita.

"Luz de mi vida. Fuego de mis entrañas. Mi alma. Mi pecado".

Lolita, como muchos sabrán, es una de las novelas estadounidenses más famosas, escrita por el ruso Vladimir Navokob. Lo que no voy a hacer con este seudónimo es romatizarla. Obvio que no es una novela de amor. Es una novela sobre una obsesión enfermiza, algo tan horrendo como hermoso. Yo no la conocía cuando me di cuenta de mi... "interés" hacia los hombres maduros. Fue después cuando le pude dar nombre a lo que me atormentaba.

Lo que Dolores Haze y yo tenemos en común, es que nuestras historias empiezan sin una figura paterna. Madres ausentes y ciegas. Nada de amor. Y es lo que buscamos. Amor. Pero no encontramos eso. Dolores solo encuentra dolor y desesperación que la lleva a su muerte. Yo... Bueno, mi historia recién está comenzando.


Tengo que dejar esta entrada por acá.

Quiero que, hasta que publique nuevamente, se armen una idea de como soy. Para, después sorprenderlos con mi verdadero ser.


domingo, 30 de octubre de 2016

Domingo 30 de Octubre.

Yo culpo a mi papá. Su ausencia. Nunca tuve una figura masculina con la cual relacionarme. Dicen que las nenas buscan hombres relacionándolos con sus papás. Yo no podía. Siempre busqué la atención de los hombres mayores, con inocencia, jugaba con  ellos. Con mis tíos, con mis primos.

Yo culpo a mi papá. Porque, tal vez, si él hubiera estado conmigo no lo estaría buscando en los brazos de otros hombres. Hombres que llegan a doblarme la edad. Hombres que deseo que me deseen. Hombres que seduzco con mi cara de nena inocente. Pero ya no soy una nena, soy una adolescente. Pero ya no soy inocente.

Hombres del mundo... me declaro culpable, pero ustedes también lo son. Malditos pervertidos que quisieron meter sus manos asquerosas dentro de mi ropa. Y tocarme.

Hombres del mundo... Cada vez que me tengan, sentada al lado suyo en el tren, delante en la fila del supermercado, esperando en el colectivo para volver a casa después de la escuela; piensen (por favor, háganlo) que yo podría ser su hija o su hermana. Su hermana chiquita, su linda hermanita que no tiene idea de las barbaridades que los hombres mayores piensan sobre ellas.

Chicas del mundo.... no se dejen engañar por los hombres. Ustedes tienen que engañarlos. Rostros dulces, labios rojos que esconden fieras, leonas, seres poderosos capaces de volver loco a cualquiera.
Sirenas, que se esconden atrás de las piedras para atraer a los marineros a una trampa mortal.

Piel suave, rasposa, muslos grandes, chicos. Blanca, negra. Doce o dieciséis años. Da igual. Somos mortales. Y aún así parezco ser la única que se da cuenta de eso.

....Yo culpo a mi papá de todo.